sábado, 15 de diciembre de 2012

DEL CONCURSO A LA OBRA


Esta semana recibimos al estudio de Pancorbo Arquitectos para hablarnos del proceso que comienza en el concurso y finaliza en la obra.

Comenzamos con ese temor a la primera línea, a fijar esos primeros parámetros que de una manera u otra nos van a llevar por un camino y descartan infinidad de posibilidades, quizás más válidas y acertadas que las que se desarrollarán en realidad. Todo ello nos genera esa sensación de vértigo inicial que sufrimos al acercarnos a un precipicio.

Porque al fin ¿qué es el hombre en la naturaleza? Una nada frente al infinito, un todo frente a la nada, un medio entre nada y todo. Infinitamente alejado de comprender los extremos, el fin de las cosas y su principio son para él invenciblemente ocultos en un secreto impenetrable, igualmente incapaz de ver la nada de donde él ha salido y el infinito de donde él es absorbido.
                                Braise Pascal.

Ciertamente en el proyecto arquitectónico se produce el vértigo de acercarse a lo completamente concreto y a la potencialidad sin fin. George Steiner nos muestra el camino que pretende minimizar ese temor inicial:

 Internarse en la obra acabada (donde acabada es quizá la antítesis de completa), libre ya de opciones previas y posibilidades que no fueron o se descartaron, permite vislumbrar los borradores, los bocetos, las maquetas preliminares. La fuente última, junto con la masa del iceberg que representa el trabajo oculto, los ensayos y errores son, en un principio, subliminares.
                                                 George Steiner

En definitiva, cada concurso recoge y absorbe todos los hallazgos, lecciones aprendidas en tentativas anteriores, así como las opciones descartadas cuando nos decantamos por un camino u otro. Se podría decir que cada concurso forman parte de un único “metaconcurso” que abarca y recoge toda nuestra experiencia de la actividad profesional.

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